Esa niña, que juega a la goma
con su falda rebelde
y su máscara dócil
guarda un secreto
que ni ella conoce:
la oruga dormida,
aquel regalo muerto,
un beso de postre.
Esa niña, bautismo de lágrimas
frustración que madruga
para salir a tiempo
levantar la persiana
colocar los manteles
maldecir a la vida
y volver a empezar.
Esa niña, bautismo de lágrimas
ResponderEliminarCuándo dejarán de ir unidas, de una puta vez, la condición de niña y las lágrimas.
En el silencio está la clave Ana…. Y en el poema tanto por decir desde el silencio.
ResponderEliminar¡Impresionante Maria!. Duro como la vida.
Uff! Me ha caído encima con toda su fuerza,.
Buen trabajo compañera. Espero oírlo este finde ¿vale?.
Un abrazo mi niña
Me sumo a las opiniones de Ana y Rosa.
ResponderEliminarTu poema tiene una enorme fuerza. Me gusta cómo dices lo que dices, sin dejar nada, sin añadir lo evidente.
Una belleza. Gracias Maria.
Un beso.
Al releerlo me doy cuenta de que es demasiado duro, y ojalá no lo hubiera escrito yo...
ResponderEliminarGracias por vuestra escucha.
Un abrazo
María
En un poema tan fuerte, me da miedo elucubrar.
ResponderEliminar¿No me darías una pistita, María?
¿De verdad la oruga es lo que estoy pensando?. Porque si es así, esa niña siempre llegará tarde por mucho que madrugue.
Un abrazo
Sí, el silencio parece que no habla pero hay que saberle escuchar. Precioso poema María.
ResponderEliminarPort