María García Zambrano, Diarios de la alegría, Madrid: Sabina, 2019, 88 pp.
Una poética meditativa para convocar a la alegría
En cada criatura cuando nace hay un empeño vital
instintivo en custodiar la alegría, porque ella nos trae
a la presencia, a la existencia. Cuando la desventura
toca a la criatura, esa disposición a la alegría le falta, se
siente abandonada y separada (de la madre, que es su
mundo). Pienso que es una vivencia de muchas mujeres (y
hombres) y creo que el sentir de esa experiencia atraviesa
la escritura de María García Zambrano*
de manera atinada
y tenaz. Sobre todo en este último libro; pero también
estaba presente ya en los dos anteriores (Menos miedo y La
hija).1 Cobijar la alegría y la esperanza en lo más cálido del
corazón como una poderosa llama de la supervivencia. Este
es el deseo de María, insistente, como una llamada, para
que el dolor no devaste su ser.
Los poemas quieren convocar la vida y la alegría en cada
verso. Son una plegaria libre, una letanía meditativa que
permite a la poeta rajar el lienzo de la desventura 2
para
que pueda llegarle la luz de la esperanza, El leve parpadeo
de la alegría.
3
Los poemas-diarios de María García Zambrano, algunos
breves como suspiros, se hacen palabras aladas para alejar
la desdicha. Su sintaxis desnuda, libre y muchas veces sin
conectivas, es medular, va a lo esencial sin aspavientos;
y de repente nos asombra con una metáfora inesperada,
onírica o delicadamente espiritual. Esa sorpresa te golpea
y percibes el sentido entero del poema.
Muchos poemas aparecen escuetos, como mensajes
secretos enviados al corazón, al suyo y al de la lectora, con
un fraseo corto, envueltos en una atmósfera misteriosa,
irreal y potente. Es algo que a la autora le da soltura
para decir el sentir de su vivencia, pero sin desvelarlo
completamente; lo hace yendo a la expresión exacta,
podando florituras.
Esta escritura busca enraizarse en la materia
ensimismada, se aferra a ella para contagiarse de su
fortaleza4. Son palabras que se visten de texturas de la
naturaleza, de la tierra y del aire. Piedra, árbol, pájaro,
nieve, río; símbolos que invocan la potencia, la gracia y
la permanencia de lo cíclico, que la guían en su búsqueda
incandescente para salvar la esperanza de las fauces de los
leones acuáticos. Hay una bella metáfora, entre muchas,
imagen potente que me ha tocado especialmente
Mariposas sobrehilando / los cuerpos / temerosos […].5
Otras veces, en estos versos dolientes se adivina la
experiencia de la desdicha, pero sin apego a ella, sin
identificarse con ella. Al revés, muestran cómo el amor
(sin condiciones) puede transformar esa vivencia en
conocimiento de sí, en acercamiento espiritual a lo otro,
en la búsqueda de lo que yo llamaría la pasividad activa,
rescatando el sufrimiento de las entrañas, con aceptación
libre, llevándolo hacia la luz (en realidad, como la luz son
sus versos, compuestos de partículas expandiéndose en
ondas circulares).
En el caso de María García Zambrano ese camino hacia
la luz le viene dado por el budismo (lo expresa al final
del libro en sus “Notas de agradecimiento” y “Citas
y gratitudes”) si bien yo veo sus huellas también en
nuestra propia cultura occidental, y concretamente en el
pensamiento de nuestra querida filósofa María Zambrano,
con ese apellido común que acerca casualmente a las dos
autoras (María Zambrano a su vez, bebió de la mística
cristiana medieval y de la tradición oriental de la mística sufí). Especialmente en Hacia un saber sobre el alma, Claros
del bosque y precisamente En algunos lugares de la poesía
(Trotta, 2007).
No querría acabar la reseña sin añadir que, aparte de esa
llamada a la alegría, en los poemas de este librito (editado
bellamente, con un cuidado exquisito por Sabina editorial)
está presente el agradecer, a la naturaleza y a la vida:
27 de febrero
Esta gratitud de intuirse a salvo
con alguna herida-sutura
y la luminosidad
del sol
entre los copos
de una nieve antigua.
Naturaleza que es maestra si la escuchas (Vagar por los
instantes / fronda infinita y salvífica / donde despierta la
alegría plateada / de los chopos). O este poema:
24 de enero
La sabia obediencia
de la naturaleza
enseña
su misterio
Observas.
En otros versos se muestran como aforismos: La
humildad del silencio todo lo cuida. El silencio, la gracia
que cura (eso que no tiene cura). O este otro: [La piedra]
La paciencia como presente y porvenir.
Y el Amor, siempre presente en sus poemas, como ella
dice: El amor sostiene nuestras vidas.
NOTAS:
1
Ver el poema Es hora de brindar, del libro Menos miedo: … Es hora de
brindar / Ya no es la oscuridad la que me grita. O La alegría de La Hija:
Bienvenida la textura del barro / en su materia esconde el prodigio del
mundo / el fulgor la alegría / (tuya es la tierra de los que ríen)…; también
este otro del mismo poemario: La tristeza:… Todas las madres reunidas
alrededor de un cuerpo / que redime / con su escasos centímetros / resolvemos: / hilvanar con un hilo esta tristeza / la desesperación de no ver
a LA HIJA / solo un cuerpo que se desborda / e inunda los ojos / la boca /
el corazón.
2
Ver los poemas de Menos miedo, donde se adivina una infancia
dura y difícil; también la entrevista h¿ps://www.mujerhoy.com/vivir/
protagonistas/201701/05/cada-agradezco-hija-haberme-20170105085810.
html en la revista Mujer hoy donde explicaba la experiencia de crianza de
su hija, nacida con una enfermedad rara, encefalopatía epiléptica, en su
forma más grave.
3 Escribes / pasajes de dolor queman la página / entreverados con el leve
parpadeo de la alegría […] p. 23.
4 II. Las manos ansían el tronco / se aferran a él … en un abrazo. / -
Contagiarse del ímpetu / acoger / la fortaleza, p. 32.
5
Pertenencias V. p. 17.
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