"Todo se reduce a la esperanza" Daisaku Ikeda

martes, mayo 19, 2020

Reseña de Diarios de la alegría, en la revista Duoda. Por Gloria Luis Peralvo

Un regalo esta reseña de Gloria Luis Peralvo en la revista Duoda- Estudios de la Diferencia sexual. Barcelona


María García Zambrano, Diarios de la alegría, Madrid: Sabina, 2019, 88 pp.

Una poética meditativa para convocar a la alegría 

En cada criatura cuando nace hay un empeño vital instintivo en custodiar la alegría, porque ella nos trae a la presencia, a la existencia. Cuando la desventura toca a la criatura, esa disposición a la alegría le falta, se siente abandonada y separada (de la madre, que es su mundo). Pienso que es una vivencia de muchas mujeres (y hombres) y creo que el sentir de esa experiencia atraviesa la escritura de María García Zambrano* de manera atinada y tenaz. Sobre todo en este último libro; pero también estaba presente ya en los dos anteriores (Menos miedo y La hija).1 Cobijar la alegría y la esperanza en lo más cálido del corazón como una poderosa llama de la supervivencia. Este es el deseo de María, insistente, como una llamada, para que el dolor no devaste su ser. 

Los poemas quieren convocar la vida y la alegría en cada verso. Son una plegaria libre, una letanía meditativa que permite a la poeta rajar el lienzo de la desventura 2 para que pueda llegarle la luz de la esperanza, El leve parpadeo de la alegría. 3 

Los poemas-diarios de María García Zambrano, algunos breves como suspiros, se hacen palabras aladas para alejar la desdicha. Su sintaxis desnuda, libre y muchas veces sin conectivas, es medular, va a lo esencial sin aspavientos; y de repente nos asombra con una metáfora inesperada, onírica o delicadamente espiritual. Esa sorpresa te golpea y percibes el sentido entero del poema.

Muchos poemas aparecen escuetos, como mensajes secretos enviados al corazón, al suyo y al de la lectora, con un fraseo corto, envueltos en una atmósfera misteriosa, irreal y potente. Es algo que a la autora le da soltura para decir el sentir de su vivencia, pero sin desvelarlo completamente; lo hace yendo a la expresión exacta, podando florituras.

Esta escritura busca enraizarse en la materia ensimismada, se aferra a ella para contagiarse de su fortaleza4. Son palabras que se visten de texturas de la naturaleza, de la tierra y del aire. Piedra, árbol, pájaro, nieve, río; símbolos que invocan la potencia, la gracia y la permanencia de lo cíclico, que la guían en su búsqueda incandescente para salvar la esperanza de las fauces de los leones acuáticos. Hay una bella metáfora, entre muchas, imagen potente que me ha tocado especialmente Mariposas sobrehilando / los cuerpos / temerosos […].5

Otras veces, en estos versos dolientes se adivina la experiencia de la desdicha, pero sin apego a ella, sin identificarse con ella. Al revés, muestran cómo el amor (sin condiciones) puede transformar esa vivencia en conocimiento de sí, en acercamiento espiritual a lo otro, en la búsqueda de lo que yo llamaría la pasividad activa, rescatando el sufrimiento de las entrañas, con aceptación libre, llevándolo hacia la luz (en realidad, como la luz son sus versos, compuestos de partículas expandiéndose en ondas circulares).

En el caso de María García Zambrano ese camino hacia la luz le viene dado por el budismo (lo expresa al final del libro en sus “Notas de agradecimiento” y “Citas y gratitudes”) si bien yo veo sus huellas también en nuestra propia cultura occidental, y concretamente en el pensamiento de nuestra querida filósofa María Zambrano, con ese apellido común que acerca casualmente a las dos autoras (María Zambrano a su vez, bebió de la mística cristiana medieval y de la tradición oriental de la mística sufí). Especialmente en Hacia un saber sobre el alma, Claros del bosque y precisamente En algunos lugares de la poesía (Trotta, 2007). 

No querría acabar la reseña sin añadir que, aparte de esa llamada a la alegría, en los poemas de este librito (editado bellamente, con un cuidado exquisito por Sabina editorial) está presente el agradecer, a la naturaleza y a la vida:

27 de febrero

Esta gratitud de intuirse a salvo 
con alguna herida-sutura 
y la luminosidad 
del sol 
entre los copos de una nieve antigua. 

Naturaleza que es maestra si la escuchas (Vagar por los instantes / fronda infinita y salvífica / donde despierta la alegría plateada / de los chopos). O este poema: 

24 de enero 

La sabia obediencia 
de la naturaleza 
enseña su misterio 

Observas.

En otros versos se muestran como aforismos: La humildad del silencio todo lo cuida. El silencio, la gracia que cura (eso que no tiene cura). O este otro: [La piedra] La paciencia como presente y porvenir.

Y el Amor, siempre presente en sus poemas, como ella dice: El amor sostiene nuestras vidas.

NOTAS:

1 Ver el poema Es hora de brindar, del libro Menos miedo: … Es hora de brindar / Ya no es la oscuridad la que me grita. O La alegría de La Hija: Bienvenida la textura del barro / en su materia esconde el prodigio del mundo / el fulgor la alegría / (tuya es la tierra de los que ríen)…; también este otro del mismo poemario: La tristeza:… Todas las madres reunidas alrededor de un cuerpo / que redime / con su escasos centímetros / resolvemos: / hilvanar con un hilo esta tristeza / la desesperación de no ver a LA HIJA / solo un cuerpo que se desborda / e inunda los ojos / la boca / el corazón. 

2 Ver los poemas de Menos miedo, donde se adivina una infancia dura y difícil; también la entrevista h¿ps://www.mujerhoy.com/vivir/ protagonistas/201701/05/cada-agradezco-hija-haberme-20170105085810. html en la revista Mujer hoy donde explicaba la experiencia de crianza de su hija, nacida con una enfermedad rara, encefalopatía epiléptica, en su forma más grave. 

3 Escribes / pasajes de dolor queman la página / entreverados con el leve parpadeo de la alegría […] p. 23. 

4 II. Las manos ansían el tronco / se aferran a él … en un abrazo. / - Contagiarse del ímpetu / acoger / la fortaleza, p. 32. 

5 Pertenencias V. p. 17. 

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