Nace la urgencia de desvelar el mundo.
La luz que ordena nuestras cabezas,
combustible y alimento
del tanque de esta mano.
Nace tu habla, y desafía al miedo
que yace vencido.
Construye con el eco un muro penetrable,
anuda este vacío con los hijos del tiempo,
colma las venas de sangre traída
de un viejo diccionario.
La locura amaina entonces su temblor,
y se detiene.
Es esta voz,
lo invade todo.
María, me gustan muchas cosas de este poema tan denso y para saborear despacio. Entre otras, ese colmar las venas de sangre traída de un viejo diccionario o anudar el vacío con los hijos del tiempo...
ResponderEliminarUna alegría leerte. Abrazo
cuánta lucidez, las palabras. depuran la realidad y le dan forma. la hacen pronunciable. inteligible. separan como una vez hizo un dios, la luz de las tinieblas.
ResponderEliminarun beso!
Enormidad de poema.
ResponderEliminarMis más sinceras felicitaciones, porque esto es lo ue quiero leer cuando busco.
Un abrazo muy fuerte.
Maria corazón, que bien te han sentado esos días "perdida", porque lo que estoy leyendo desde que has llegado, me parece muy bueno.
ResponderEliminarUn placer compañera. Estoy deseando que llegue el lunes para abrazarte.
“Construye con el eco un muro penetrable,
ResponderEliminaranuda este vacío con los hijos del tiempo,
colma las venas de sangre traída
de un viejo diccionario.
La locura amaina entonces su temblor,
y se detiene.”
Maria, guardaré este decálogo bajo la almohada para mis momentos de locura. Pero ¿cómo amainamos la locura del mundo que habitamos?
Es un magnífico poema. Enhorabuena.
Besos y abrazos.