Algunas fotografías te hieren, te tocan el alma. Barthes empleaba el verbo punzar. Clavan en ti un instante que ya no será, que quizá no recordabas y que regresa para revivir aquella sensación, aquel rostro, la mano que en la imagen se aferra a la tuya, puede que con amor incluso. Las fotografías dan forma a esa memoria con agujeros por los que se escapan los detalles.
Miro la fotografía, o sería más acertado decir que la niña de la fotografía me observa y me detiene. Entonces debo asomarme al mapa que la memoria ha dibujado para traer esos ojos, para amarlos.
En la imagen otra niña que confía en mí, está a mi lado. Una se pregunta cuándo se separan los caminos en el tiempo y en qué momento exactamente esa niña deja de confiar en su hermana y se aleja a buscar otro espacio.
Sería difícil volver a reproducir una imagen así. Ese es el dolor.
Fotos como fantasmas de cuando éramos otros.
ResponderEliminar¿Y la foto, María? aunque bien mirado no es necesaria; ya nos la cuentas tú.
Un beso
María, los recuerdos están escondidos en todas partes, en los cajones con papeles que sin querer guardamos alguna vez, en las canciones que asociamos a alguien o a algo, las calles, los rincones, y por supuesto las fotografías. Muchos de esos recuerdos duelen, se clavan...
ResponderEliminarPuedo ver esa fotografía perfectamente. Un beso que cure algo del dolor
"La vida no es cine, sino fotografía" decia Cortazar. Porque el recuerdo siempre se mantiene en flashes fijos. Esas fotos de la memoria siempre van con nosotros. Qué hermoso pasaje literario y vital has escrito.
ResponderEliminarhttp://iiiencuentropoesiaenred.blogspot.com/
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