Todo el amor
que me diera mi madre
encima de la mesa.
El patio del colegio, su bullicio,
el terrible silencio de mis ojos
es imagen ahora
para decir.
Con los pliegues de mi falda
y el algodón de azúcar
escribo algo sencillo:
el despertar de todo,
la mirada del cíclope,
el aleteo del mirlo,
el recorrido pertinaz de esta sangre antigua.
Que bonito poema, María. Me transmite ternura, me impresiona la imagen del silencio de tus ojos y hay una gran belleza poética en los últimos versos.
ResponderEliminarHasta el lunes un abrazo de enhorabuena.
Que poema mas cercano Maria.Impresiona la segunda estrofa, pero me gusta todo. ¡Que bien!. Buena forma de empezar mi día en el ordenador.
ResponderEliminarUn besito cariño
Maria: que no nos falte la sangre que nos reconcilia con la propia historia. Como el algodón de azucar, el guá y sus bolas, las tardes de pan y chocolate.
ResponderEliminarHay sabores agridulces que tú dibujas con mucho acierto. Pero todo ello somos nosotros.
Y gracias por llevarme de la mano al colegio, y luego a la plaza del barrio, donde jugaba.
Un beso.
María, es tan dulce este poema...
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